domingo, septiembre 11, 2005

Érase una vez un lobo

Quizás las primeras técnicas de adoctrinamientos fueran los cuentos, esos relatos cautivadores que han acompañado a las generaciones desde tiempo inmemorial. Muchas infancias podrían resumirse con los grandes relatos de la historia, esas leyendas imperecederas que tantas lecciones éticas han intentado comunicar en forma de metáfora. Es posible que durante ese período de ingenuidad y protección infinita los niños aprendiéramos realmente los significados de esos valores pero, al abandonar el país de Nunca Jamás, esos principios volaron tal lo hiciera Campanilla, quedándose en ese lugar que viaja entre la imaginación y la niñez. La llegada al mundo adulto supuso el fin de esa moral aprendida, y el comienzo de un camino en el que las alegorías cobran la característica de adoctrinadoras, pero siempre con matices que engañan a la mayoría.
La primera metáfora que muchos aprendimos fue, muy probablemente, la que Caperucita nos contó acerca de su abuela y aquel insensible ‘lobo’ que, sin pudor ni miramientos, injirió el cuerpo de la anciana. El incomparable poder de la fantasía logró la vuelta a la normalidad de esa situación. En cambio, en la vida real, la imaginación fuera de nuestras mentes simplemente no existe. Así, si la OPA de Gas Natural sobre Endesa prospera, ya no habrá marcha atrás. Igual que ha ocurrido con otras tantas fusiones o absorciones que han proliferado a pasos agigantados desde que el franquismo se agotara. La libre competencia sería la más afectada, alegan los responsables de la compañía eléctrica, asustados ante el ‘lobo’ que intenta acabar con su vida. Pero es que detrás de esa libre competencia se esconde algo que parecemos obviar: nuestra libertad, esa palabra tan utópica que nombramos con recelo, respeto y hasta vergüenza. El resultado de semejante adquisición de la gasista sobre la eléctrica supondría que La Caixa tuviera a su servicio gas, electricidad y petróleo. Básicamente todo lo que en nuestro mundo hemos convertido en necesidades de primer orden. Y es que la caja de ahorros, la que en sus nuevos spots televisivos nos enseña ‘el alma’ de la entidad, tiene una parte considerable no sólo de Gas Natural, sino también de Repsol YPF. Si hacemos una alusión vaga sobre las influencias comunicativas de la compañía, tendríamos que nombrar a Telefónica, donde también tiene presencia.
Tan sólo sabiendo estos datos la alarma debería ser considerable, y si no nos damos cuenta, deberíamos pensar cuántos actos de nuestra cotidianeidad se hallan dentro del alcance del nuevo grupo que se está gestando. No obstante, el ‘lobo’ no parece haber enseñado las orejas lo bastante, porque la que debería ser una noticia de magnitudes impensables, se ha convertido en una mera información exclusiva de la sección de economía. En la realidad, es un atentado grave contra los derechos humanos, ya que el monopolio acaba con nuestra libertad. No obstante, puestos a asustarnos más, cabe recordar que detrás del organismo de La Caixa encontramos, como en todos los grandes bancos del mundo, incluidos los españoles, las esferas de poder político. Tras la entidad se esconde el PSC y ERC, dos grupos políticos radicales de Cataluña. En definitiva, detrás del poder se encontraría esa misma comunidad que tanto se quiere desprender de España, pero que sorprendentemente, si la OPA triunfa, se haría con una empresa, Endesa, que en parte es pública. Paradojas de la vida, Cataluña acabaría controlando gran parte de la vida de todos esos españoles, entre los que ellos, desde hace mucho, han decidido no incluirse. De hecho, cuentan las malas lenguas que en la conferencia de presentación de la OPA se habló castellano, pero también catalán, y esas mismas malas lenguas continúan diciendo que las críticas que esto ha generado no serían las mismas si se hubiera hablado en inglés, por la lógica de las economía global. Pero eso son ya ganas de darle vueltas a las cosas y reavivar la llama del separatismo lingüístico que impera por esas tierras. La realidad es, simplemente, que una vez el lobo devore a la anciana, la vuelta atrás se tornará imposible. Lo triste es que la gran mayoría creerá que semejante decisión no le afecta. Así, seguiremos viviendo mientras nos quejamos por doquier, sin darnos cuenta de que nuestra pasividad es la mejor baza para que se instaure esta nueva ‘dictadura de la democracia’, que nos niega un final feliz como aquellos que de niños leíamos.