sábado, marzo 04, 2006

No seas cautivo de ideologías

Querido estudiante primerizo, con esta carta quisiera revelarte verdades ciertas e hirientes como puños de acero. Duras de acatar y de encajar, pero con las que aún no tendrás que vivir una convivencia estricta. El futuro te acercará, sin reparo, a la barbarie de ellas. No sé si el advertimiento o el conocimiento previo que pongo a tu disposición tendrá algún efecto, sea bueno o malo. Pero he de decirte que de un tiempo a esta parte las cláusulas no hacen más que proliferar con una constancia que amordaza. Nuestras vidas han dejado de ser pasionales, convirtiéndose, a cada paso, en meros contratos civiles que rigen derechos demasiado volátiles en ocasiones. La ideología se ha convertido en una ilusión. Una utopía que se ha mermado como consecuencia de los avatares de una política histórica escalofriante. Los sueños, hoy más que nunca, son únicamente sueños. La objeción de conciencia es un referente que sólo contribuye a incrementar la frustración. Y es que, desde hace demasiado tiempo ya, la objeción de conciencia se ha convertido en un simple espejismo. Desde hace un exorbitante tiempo ya, la ideología no tiene cabida en el teatro que los flujos económicos han conformado. Sólo existe un ideal contra el que se torna imposible luchar: el poder. Un deseo de poder que ha posibilitado increíblemente la sarnienta lucha mediática a la que asistimos cada día. Un contexto, muy ajeno al real, se nos escenifica desde la cúspide informativa. La jerarquización de contenidos, así como la elección de los mismos, esconde un trasfondo ciertamente oscuro. Si la paródica realidad en la que estamos sumergidos hiela la piel, la realidad certera que se nos esconde nos dejaría sin aliento. Periodistas cautivos de ideologías. Periodistas sin voz ni voto. Contenidos ceñidos a una recreación absolutamente falsa de lo que acontece en nuestro mundo. Actualidades que simulan ser disparos que atentan contra nuestra dignidad y contra nuestro derecho a estar plenamente informados por un poder nacido como tribunal de la salvaguardia de la opinión pública.
Una se acostumbra a todo. A crecer con guerras. A creer desesperadamente en que la brutalidad no hará mas apariciones fortuitas en medio de nuestros días. A vivir con miedo…A agarrarse a hábitos que rozan el desespero y la tristeza. Pero, ¿dónde quedan los hábitos de la única lucha que debe existir? Ésa que suspira esperanza, que murmura sueños, que clama libertad. Ésa que, pienso, tantos periodistas olvidaron en la facultad y ahora falta en sus trincheras. Ésa lucha extinta que, con el paso del tiempo, se hace tan accesoria para vivir. Ésa olvidada, enajenada que, transformada, sólo contribuye a difuminar cruelmente el imparable virus del miedo que amordaza, hiere y provoca el hundimiento catastrófico de las ilusiones del, aún, periodista virgen. Ésa que a todos, sin concesión alguna, ataca impune. Tú eres la generación venidera, la del fututo más inmediato, la de la próxima batalla que ha de lucharse. Tú eres exponente de esa generación de nuevos informadores que entrará en los diarios pisando fuerte. Pero, ¿cómo saldrá?
De García Montero he tomado versos prestados que, creo, te sentarán bien leer. Es lo que tiene la literatura, que enriquece al hombre, a la par que lo hace infeliz porque amplía sus vistas al mundo. “No te quedes inmóvil al borde del camino, no congeles el júbilo, no quieras con desgana, no te salves ahora ni nunca, no te salves, no te llenes de calma, no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo, no dejes caer los párpados pesados como juicios.”
Y es que en la vida, en todas sus esferas y teniendo muy en cuenta la posición que como informador vas a tener, no se puede ser cautivo de ideologías.

1 Comments:

At 1:30 a.m., Blogger Dr.Warshock said...

Una lectura interesante, distinta y profunda. Buen trabajo amiga bloguera ;-).

Un saludo.

 

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