jueves, febrero 23, 2006

Opio barato para el pueblo

El otro día leí que en Francia, despues de la victoria electoral de François Mitterrand, el diario Le Quotidien de París acusó al candidato de haber usado publicidad subliminal para lograr sus objetivos ayudado de una una cadena de televisión. Por lo visto, nadie se percató. La información oculta pudo seguir viajando por el imaginario de las gentes sin que se hiciera absolutamente nada hasta ese momento. Cada una de las personas que se sentó delante de su televisor a ver esta cadena captó, sin querer, algo que influiría en su modo de actuar de una manera que jamás recordaría. Pero, ¿hasta qué punto influyen estas secuencias en la mente de los receptores?
Es probable que la respuesta a esta pregunta continúe desaparecida durante años. Creo que muchos nos quedaremos sin saberla, ya que las opiniones de los estudiosos difieren desde un extremo hasta el otro. No obstante, de lo que sí somos todos perfectamente conscientes es de la sarta de imágenes, sin anestesia, que cada día emiten los medios. Entre ellas, esta semana ha causado sensación ésa en la que aparecía Mariano Rajoy en el Parlamento. El relieve que ha alcanzado tiene que ver con el momento en que fue insertada: en medio de una noticia sobre los presos de Guantánamo. Mientras el público asistía a la recreación visual de las vejaciones a las que son sometidas todas estas personas, aparecía el líder del partido popular. Sí, en medio del montaje sobre la archiconocida cárcel, surgía de la nada este hombre.
Como no, semejante inserción ha provocado suspicacias en los componentes del partido, además de hacerlo en sus seguidores. Carmen Caffarel ha pedido reiteradas disculpas que no apaciguan una desconfianza que no considero infundada. Me parece muy complicado montar un vídeo y colocar una secuencia que nada tenga que ver con la noticia, y encima, para más casualidad, es la televisión del gobierno la que saca a la oposición en medio de un sinfín de depravaciones humanas. Quiero pensar que todo esto responde, simplemente, a la absurda broma de un montador con ganas de diversión. Me cuesta mucho creer que pueda tratarse de una burla por parte del gobierno de mi país, porque si dedican su tiempo a esto, ¿qué será de nosotros?
Ahora, sin duda, tendremos que presenciar la discusión banal que se ha originado en torno a semejante bobería. La gente seguirá debatiendo insignificancias como ésta mientras los verdaderos asuntos de política quedan ocultos. A fin de cuentas, lo más productivo para ellos es mantener nuestra atención en cosas que no tienen ningún sentido. Esto ya me parece el colmo, una tomadura de pelo en regla a todo un pueblo que, amargamente, caerá en la trampa. En los tiempos que corren muchos prefieren recrearse en asuntos como éste, y dar la espalda a la verdadera política. Están en todo su derecho. Aún así, no puedo menos que entristecerme al ver todas estas artimañas pululando en torno a gobiernos y a través de las épocas. La tecnología habrá evolucionado pero las técnicas siguen siendo las mismas. Los dirigentes de nuestro país no se molestan ni en descubrir los verdaderos efectos de ‘lo subliminal’. Por lo visto, no merecemos ni ese riesgo. Mejor lanzarnos directamente la información para que no haya posibilidad a que se nos escape. Opio barato para un pueblo ya más que narcotizado.