viernes, mayo 06, 2005

Internet, ¿privilegio de algunos o derecho de todos?

De un tiempo a esta parte las ediciones digitales de la mayoría de los periódicos impresos han hecho su aparición. Algunas son de pago, otras aún nos muestran la inmensa mayoría de sus contenidos sin previa compensación económica. Fue El País el primer diario español que continuó esta tendencia en alza. Una opción muy respetable ya que, si los lectores habituales han de pagar por la información, ¿por qué no iban a hacerlo los lectores digitales? Semejante corriente supone una apertura hacia nuevas vistas, una diversificación. El diario ya no depende únicamente de la publicidad, han surgido nuevas formas de ingresos que complementan y hacen posible el ascenso tecnológico que este fenómeno supone. Pero, ¿hasta qué punto es respetable esta opción?
La llegada de Internet abría una ventana de esperanza en un mundo materialista. La información se ponía al alcance de todos, era un medio hecho por y para la igualdad. Lo que se colgaba en la red pertenecía a la humanidad. Ahora, con la presencia de las webs de pago, empieza a destilarse un tufillo elitista que nos aleja de la generosidad que irradiaba el proyecto. Afamados periódicos empiezan a restringir, previo pago, ciertas páginas en sus ediciones digitales, convirtiendo su información en información para unos pocos. Tanto es así, que se habla de categorías dentro del entorno de la Red:“Internet de 1ª” e “Internet de 2ª”. También es cierto, que la igualdad de oportunidades es muy difícil de conseguir, pues ya existen al menos dos vías para acceder a la información de la red: la vía lenta más barata y la vía rápida más cara, pero lentamente o con mayor rapidez se llegaba a la información. Si se mira desde la perspectiva de las empresas multimedia, es lícito que quieran rentabilizar sus productos a través de este medio, porque es un medio que atrae, que es visitado diariamente por millones de internautas, pero, ¿y el valor cultural? ¿Acaso Internet no forma parte del conocimiento humano? ¿Se debe limitar el acceso a la cultura en función del poder adquisitivo del usuario? ¿No resulta paradójico que habiendo encontrado un medio tan universal lo acotemos? Mientras los mercaderes de la comunicación sigan dando prioridad a los intereses financieros, lo que era una auténtica revolución tecnológica e informativa de masas puede convertirse en un artículo de lujo y como tal, en minoritario.