viernes, abril 07, 2006

El 'maravilloso' universo de la T4

Un mundo aparte. Esa era la definición que por excelencia llegaba desde España. Nosotros, ajenos a las nuevas modernidades de nuestro país, preguntábamos con la curiosidad inocente de los niños. Sabíamos que, más tarde o más temprano, todos tendríamos la oportunidad de conocer esa ‘maravilla’ de la arquitectura que se había esgrimido como símbolo de un centralismo encubierto. Así, todos, cada uno de los que fuimos dejando aquella Roma cautivadora, que durante seis cortos meses nos había acogido, tuvimos que pasar por aquella terminal. La famosa T4 se convirtió en un punto de encuentro.
Entre todos los rumores que habían surgido en torno a la archiconocida terminal aeroportuaria, mi aventura personal me pareció aun más abrumadora y desconcertante. Con una hora de antelación, pasé el que sería mi primer ‘control’ para dirigirme a la puerta de embarque: la M37. Tras el ritual obligado que supone el detector de metales, y la obligada reestructuración de mi cuerpo y la vida a cuestas que llevaba, vislumbré un alentador cartel informativo. En él se estimaba mi llegada al punto de embarque en doce minutos, creo recordar. Una utopía que casi me deja en tierra. El tiempo previsto sólo se refería a la media que tardaría en alcanzar la parada de un tranvía interno que me trasladaría a otra parte de este sub-mundo. Mi sorpresa fue descomunal. En primer lugar desconocía que las dimensiones de esta nueva parte de Barajas exigieran un transporte así. Y en segundo lugar mi tiempo se agotaba por momentos. El viaje inesperado ocupó otros diez minutos más que aquel cartel informativo inicial me había ocultado. La llegada fue igual de poco alentadora que el resto del camino. Repentinamente me encontré en una parte desierta, que se pobló con los pocos ocupantes sorprendidos que allí nos bajamos. A duras penas conseguí subir los pisos necesarios para encontrar la planta donde mi puerta se hallaba. Pero mi sorpresa-disgusto no pudo ser mayor cuando al llegar, en la pantalla que custodiaba la M37, se leía ‘A Coruña’. Exhausta intenté respirar hondo y no perder los nervios que me hacían perder la cordura y diezmaban las pocas fuerzas que me quedaban. Una pregunta me sacó de dudas y me devolvió a la realidad: habían cambiado la puerta y tendría que rehacer todo el camino, incluyendo el tranvía, para entonces, buscar la puerta J59. Todo esto a las siete y media, intentando coger un vuelo que salía a las ocho.
Creo que jamás he corrido tanto, ni he conseguido cargar tanto peso. Con una fuerza que emergió no sé de donde, llevé a cuestas mi maleta de ruedas que pesaba más de lo que mi cuerpo está acostumbrado a soportar. Con ella bajé escaleras mecánicas a una velocidad impensable. Cogí el susodicho tranvía y corrí, corrí mucho.
Finalmente llegué a las 8 a la puerta de embarque. Y sí, cogí el vuelo, porque se había retrasado. Mientras recuperaba el aliento, mi móvil sonó. Era mi amigo, con el que había llegado de Roma hasta esa T4, y que cogía un vuelo hasta Jerez. Tampoco había salido aún. Se había pinchado una rueda de su avión. En ese instante no pude menos que reír. Casi no me quedaban ánimos ni para contar mi aventura.
Reí por no llorar, porque lo cierto es que de gracioso no tenía nada. Una terminal que ha costado lo impensable, que esconde un centralismo del que tanto se ha desprendido España siempre (basta tener en cuenta los últimos acontecimientos). Una plataforma monstruosa de la que pocas quejas he podido escuchar. Una terminal que todos, incluidos los canarios que no queremos gastarnos dinero en el tranvía, pagamos. Un gasto para una terminal que supera en gran medida lo que debería gastarse Aena en un solo aeropuerto, ya que ello, irremediablemente, influirá en el resto. Y encima todavía no puedo hablar, precisamente, de comodidades.

2 Comments:

At 7:17 p.m., Anonymous Anónimo said...

hola amiga,

quiero dejar constancias de que habas se cuecen en todos los aeropuertos. sin mas mi viaje de vuelta a casa por semana santa:

roma-londres: salida con restraso de 45 minutos por lluvia en roma, ¿desde cuando llueve alli en primavera?

londres: deberia haber perdido el vuelo siguiente de no ser porque al llegar estaban desalojando el aeropuerto por un incendio y nos dejaron aislados en un pasillo a los que veniamos de roma que fuimos los ultimos en llegar.

londres-gibraltar: un avion lleno de llanitos marujeando en spichinglish y con 5 bebes a bordo, lo nunca visto. menos mal que monarch es low cost pero no the lower cost y al habia un canal de musica con la ministry of sound con el que acompañe mi siestecita al sol del atardecer sobre europa.

casa: llego, me ducho y 40 de fiebre...

CHIQUITA MIERDAAAA.

 
At 6:07 a.m., Anonymous Anónimo said...

Keep up the good work. thnx!
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