lunes, septiembre 18, 2006

Medidas y realidades

Hay medidas descabelladas, imaginativas, lúcidas, provocativas y, también, algunas absurdas. La política es lo que tiene, que deja al descubierto ideas que nos hacen divergir entre la ilusión y el horror. Será porque este ámbito de la vida, cargado de retórica, está envuelto en una nebulosa quijotesca, y nuestros dirigentes ven monstruos donde sólo hay molinos inocentes. Será.
Si no, no alcanzo a comprender el pánico nacionalista que persigue a las gentes por nuestra nación, ésa que ahora parece más unida con cada título mundial que nuestros deportistas nos acercan. No obstante, ello no hace desaparecer esas dificultades a la hora de llamar las cosas por su nombre, y surgen problemáticas con términos como realidad nacional. Cataluña encabeza las peticiones ‘pacifistas’, mientras que el País Vasco sigue empañado por el vaho pegajoso y asfixiante de quienes no saben lo que es democracia. Mientras todo ello persiste, también continúa la quema de hectáreas de paciencia por todo nuestro país. Cataluña, en su tendencia dinamizante, inicia su etapa de ‘rebajas’ fiscales y busca premiar el conocimiento de una tercera lengua. Hecho que me desconcierta, sabiendo de sobra todo el trajín absurdo que a diario nos demuestra lo difícil que es la convivencia de dos lenguas oficiales. En momentos como ése en el que leo tal noticia, no puedo menos que esbozar una sonrisa de desconcierto y pensar “esta gente ni come ni deja comer”. Sé que sólo son las aspiraciones de un grupo político, pero las maneras y las contradicciones no dejan de sorprenderme.
Y si pensaba que con esa extraña medida, que aún no sé a qué nivel pertenece, mi paciencia había sufrido una buena sacudida, llega la última revolución educativa de Cataluña: proponen la opción de cursar el bachillerato en tres años, en lugar de en dos. Pero no como norma general, sino como norma específica para aquellos alumnos ‘atrasados’. La idea es disminuir el fracaso escolar y la frustración, hecho que no me parece más factible si en sólo el primer trimestre ya pueden determinar tus capacidades de esa forma tan cruel, en personas aún a orillas de la madurez.
Hay reformas oportunas, concienzudas, estudiadas. Hay otras que responden a deseos, a rocambolescas formas que no logran lo más importante de ellas: que sus protagonistas sientan que lo que hacen responde a sus propias aspiraciones. Un bachillerato de tres años “a dedo” es una crueldad cuando ya existen otras formas reguladas menos duras. El asunto de las rebajas fiscales, un chiste. Cultura por dinero. Y todo ello bajo el lema de propulsar a Cataluña al éxito en todas las esferas. Muy loable, pero también muy triste el modo de conseguirlo. ¿Nadie se ha dado cuenta aún de que en las sociedades deberían primar las iniciativas personales? Son ésas las que derriban barreras en este mundo plagado de muros.